domingo, 10 de julio de 2011

LOS RIOS PROFUNDOS - ESTRUCTURA

La obra está dividida en 11 capítulos, numerados con dígitos romanos y con título propio, siendo muy variable la extensión de cada uno de ellos. El más extenso es el último capítulo, el titulado «Los colonos». El más corto es el capítulo IV, titulado «La hacienda».

Breve esquema de la novela:

I. El viejo.- La llegada de Ernesto y su padre al Cuzco, donde se encuentran con El Viejo, un agrio y avaro hacendado, que se niega a ayudarlos, pese a ser pariente de ellos.

II. Los viajes.- Los recorridos de Ernesto y su padre (abogado itinerante) por diversas ciudades de la sierra y de la costa central y sur del Perú.

III. La despedida.- La llegada de Ernesto y su padre a Abancay. Ernesto es internado en un colegio religioso y su padre continúa sus viajes en busca de trabajo.

IV. La hacienda.- Ernesto visita la hacienda colindante de Abancay, Patibamba, cuyos colonos o peones indios eran muy reservados. El Padre o cura del pueblo en sus sermones que da a los indios elogia a los hacendados.

V. Puente sobre el mundo.- Ernesto visita el barrio de Huanupata, el barrio alegre de Abancay. A las afueras está el puente sobre el Pachachaca, construido en el siglo XVI por los españoles. Se describe el colegio religioso, los padres directores, los hermanos profesores y los alumnos. Una sirvienta que sufre de retardo mental, la opa Marcelina, es el objeto sexual de los alumnos mayores.

VI. Zumbayllu.- Uno de los alumnos internos, el Ántero o Markask’a trae al colegio un zumbayllu o trompo, de significado mágico. Ernesto se amista con Ántero. Se describen las peleas entre los alumnos y los abusos de los mayores sobre los menores, como el Lleras sobre el Palacitos.

VII. El motín.- Las chicheras del pueblo, encabezadas por Felipa, se rebelan para exigir el rep
arto de sal al pueblo. Ernesto les acompaña en el tumulto. Las chicheras reparten la sal a los indios de Patibamba, pero luego irrumpen los guardias civiles y recuperan la sal.

VIII. Quebrada honda.- Ernesto es castigado por los padres, por seguir a las chicheras. Luego regresa a Patibamba acompañando al Padre Director, quien sermonea a los indios. Ernesto regresa al colegio y se encuentra con Ántero, quien le enseña un winku o trompo brujo, superior al zumbayllu. En otra escena, el Lleras empuja a uno de los religiosos, el hermano Miguel, el cual responde dándole un puñetazo. El Lleras se fuga del colegio.

IX. Cal y canto.- Los militares llegan a Abancay para contener la rebelión de las chicheras y capturar a Felipa. Ántero y Ernesto conversan en el colegio sobre la situación. Ambos visitan en el pueblo a Salvinia (enamorada de Ántero) y a Alcira, la amiga de aquella.

X. Yawar Mayu. Un domingo Ernesto y los otros alumnos van a la plaza del pueblo donde dan retreta o exhibición de la banda militar. Ernesto conoce a Gerardo, el hijo del comandante destacado en Abancay, quien se hace amigo de Ántero. Asimismo, visita el barrio de Huanupata, donde se deleita escuchando a los músicos y cantores.

XI. Los colonos.- Los militares se retiran de Abancay, sin haber capturado a Felipa. Gerardo ingresa al colegio religioso donde destaca y se vuelve inseparable de Ántero. Cuando ambos se jactan de sus conquistas amorosas, Ernesto se pelea con ellos y no les vuelve a hablar. Luego irrumpe la peste de tifo en el pueblo, proveniente de los contornos. La opa Marcelina fallece víctima del mal. Ernesto se acerca a verla, por lo que es puesto en cuarentena por temor a un contagio. Cientos de colonos o peones indios de las haciendas colindantes se acercan a Abancay para exigir al Padre que dé una misa por los difuntos. El Padre acepta y da la misa a medianoche. Con el permiso del Padre, Ernesto abandona Abancay y se va a una de las haciendas de El Viejo, donde esperará el retorno de su progenitor.

LOS RÍOS PROFUNDOS - PERSONAJES

Personajes

  • Ernesto, el protagonista-narrador, es un muchacho de 13 años que vive escindido entre dos mundos, el de los hacendados explotadores y el de los indios maltratados. Ello le permite un proceso de aprendizaje acelerado y una manera de ver el mundo con una mayor perspectiva. Irá interpretando una realidad a la que se ve enfrentado y su proceso de aprendizaje tendrá que ver con la elección ética de ubicarse del lado del poderoso o del desposeído. Para combatir la imposibilidad de pertenecer enteramente a cualquiera de estos dos mundos, decide soportar su condición a través de la ensoñación y la comunicación con la naturaleza. A menudo, se identificará más con los indios.
  • El Viejo, de nombre don Manuel Jesús, es el tío de Ernesto. Terrateniente poderoso, dueño de cuatro haciendas en el valle del Apurímac, prepotente y avaro, representa el mundo hostil, ese sistema socioeconómico explotador al que por primera vez se ve enfrentado Ernesto. Tiene un servidor indio o pongo muy servicial, quien, por oposición, representa a las víctimas de dicho sistema. El Viejo aparece al principio de la novela, alojado en una casona del Cuzco; al final de la novela vuelve a ser mencionado, pues a una de sus haciendas es enviado Ernesto tras la irrupción de la peste en Abancay.
  • Los alumnos del colegio.- En el colegio religioso de Abancay existían dos tipos de alumnos: los externos y los internos. Ernesto es uno de estos últimos; en dicho ambiente entrará en contacto con adolescentes y jóvenes que repiten los mismos esquemas de los poderosos y que cometen las mismas injusticias sociales. En la obra se mencionan a los siguientes alumnos:
    • Añuco, interno, era hijo de un hacendado caído en la ruina. A los nueve años había sido recogido por los padres del Colegio, poco antes de que falleciera su padre. Amigo y cómplice del Lleras en continuas mataperradas tanto dentro como fuera del colegio, su rabia era una manera de expresar su tristeza. Al final, luego de la huida de Lleras, se amista con sus compañeros, y los padres lo trasladan al Cuzco, para que siguiera la carrera religiosa.
    • Lleras, interno, era huérfano como el Añuco, y a la vez el más altanero y abusivo de todos los alumnos, aprovechando la ventaja que le daba tener más edad y fuerza que el resto. Muy lerdo en los estudios, sin embargo compensaba con su habilidad en los deportes, siendo infaltable su presencia en el equipo del colegio, a la cabeza del cual destacaba en las competencias locales de fútbol y atletismo. Amigo y protector del Añuco, formaban ambos una dupla temible, no solo en el colegio sino en todo el pueblo. Su poder radicaba en infundir el miedo y el dolor a los más chicos o desvalidos. Al final, agrede a uno de los religiosos y es castigado terriblemente. Huye del colegio y luego del pueblo, junto con una mestiza del barrio de Huanupata, y no se supo más de él. Los rumores decían que había fallecido en su viaje de huida y que su cuerpo había sido arrojado al río.
    • Ántero Samanez, externo, apodado el Markask’a o el «marcado», por sus lunares en el rostro, era un chico de cabellos rubios muy encendidos por lo que también le apodaron el «Candela». Era hijo de un hacendado del valle del Apurímac. Aparte de su aspecto físico no destacaba en nada. Al principio se hizo amigo de Ernesto, cuando llevó al colegio un juguete nuevo, el zumbayllu o trompo, al cual, conforme a la mentalidad andina, atribuía propiedades mágicas. Ambos, Ántero y Ernesto, son opuestos a Lleras y al Añuco, y por lo tanto, a la violencia. Sin embargo, conforme avanza la novela, las diferencias entre ellos se tornan evidentes y esto origina un alejamiento. En el motín de las chicheras Ernesto participa al lado de estas, y Ántero da su respaldo a los hacendados. Pero lo que lleva a la ruptura total es cuando Ántero se hace amigo de Gerardo, costeño e hijo del comandante de la Guardia Civil destacado en Abancay.
    • «El Peluca», interno, un joven de 20 años, muy corpulento, aunque cobarde y de mirada lacrimosa. Le dieron ese apodo porque era hijo de un peluquero. Se destacaba por su obsesión enfermiza hacia una mujer demente, la opa Marcelina, a quien asaltaba en los excusados y la obligaba a tener relaciones sexuales. Esta conducta anómala era motivo de las burlas soeces de sus compañeros, quienes sin embargo no lo enfrentaban pues temían su fuerza física. Al fallecer Marcelina, enloqueció, profiriendo aullidos, y sus familiares tuvieron que sacarlo del colegio atado de pies y manos.
    • Palacitos, apodado también como el «indio Palacios», era el interno más menor y humilde, y el único proveniente de una comunidad indígena. Al principio le costó mucho adaptarse; leía penosamente y no entendía bien el castellano. Todo ello motivó que fuera maltratado física y psicológicamente por el Lleras y otros alumnos mayores, al punto que suplicaba con lágrimas a su padre (que iba a visitarle cada mes) a que lo trasladara a una escuela fiscal. Sin embargo, con el paso del tiempo fue amoldándose; los alumnos mayores dejaron de molestarle, se hizo amigo de Ernesto y empezó a rendir en los estudios, al extremo de recibir una felicitación de parte de uno de los profesores. Su padre, feliz, le prometió que sería ingeniero.
    • Chauca, rubicundo y delgado, es otro de los que tenían una obsesión enfermiza por la opa Marcelina, aunque, a diferencia del Peluca, siente remordimientos y trata de domeñar sus deseos. Una vez es descubierto azotándose.
    • Rondinel o el Flaco, alumno que se hacía notar por su extrema delgadez. Reta a una pelea a Ernesto pero enseguida se amistan.
    • Valle, alumno de quinto año, muy lector y elegante. En los días de fiesta y en las salidas lucía una vistosa corbata atada de manera original, que bautiza con el nombre de k’ompo. En su conversación se esforzaba en hacer citas literarias y otros ejercicios pedantescos. En la calle andaba siempre rodeado de señoritas y presumía de sus conquistas amorosas. Se jactaba incluso de haber seducido a la esposa del médico de Abancay.
    • Romero, aindiado, alto y delgado, el atleta del grupo, campeón imbatible en salto y otras disciplinas deportivas. También era hábil tocador del rondín (armónica) y cantor de huaynos. Defiende a los más débiles de los abusos del Lleras y el Añuco.
    • Ismodes, apodado el Chipro, natural de Andahuaylas, hijo de mestizo. Su apodo en quechua significa el «picado por la viruela», por las marcas inconfundibles de dicha enfermedad que tenía en el rostro. Se pelea constantemente con el Valle.
    • Simeón, llamado el Pampachirino, por ser oriundo del pueblo de Pampachiri.
    • Gerardo, hijo del comandante de la guardia civil destacado en Abancay. Es costeño, natural de Piura. Se hace amigo de Ántero y lo matriculan en el colegio. Destaca por su habilidad en los deportes, por su facilidad natural en ganarse amigos y conquistar a las chicas.
    • Pablo, hermano de Gerardo.
    • Iño Villegas
    • Saturnino
    • Montesinos
  • La opa Marcelina, joven mujer demente, blanca, baja y gorda, que había sido recogida por uno de los Padres y colocada como ayudante en la cocina. Se convierte en una especie de símbolo del pecado, pues los internos mayores suelen buscarla por las noches para forzarla a tener relaciones sexuales. Fallece víctima de la epidemia de tifo.
  • Los Padres del Colegio. Son los religiosos que dirigen la institución educativa:
    • Augusto Linares, o simplemente el Padre Linares, director del Colegio, ya anciano, de cabellos blancos, que tenía fama de santidad en todo Abancay.
    • El padre Cárpena, alto y fornido, aficionado a los deportes.
    • El hermano Miguel, afroperuano, era oriundo de Mala, en la costa central peruana. Los alumnos irrespetuosos le llaman despectivamente «negro».
  • Doña Felipa, es cabecilla de las chicheras que se amotinan reclamando el reparto de la sal al pueblo. Es una mujer robusta, de voluminosos senos y anchas caderas, con el rostro picado de viruela. Ernesto la admira por su coraje, fuerza y sentido de justicia. Luego del motín, huye llevándose consigo un fusil y logra burlar la persecución de las fuerzas del orden. Gracias a ella, Ernesto comprueba que la reivindicación social es posible.
  • Los colonos, trabajadores indios contratados en la hacienda Patibamba, circundante a la ciudad de Abancay, entre quienes se extiende la epidemia de tifo. Invaden la ciudad exigiendo una misa para los difuntos.
  • Los guardias civiles, cuerpo de policía de la ciudad de Abancay. Son llamados jocosamente «guayruros» (frijoles de colores) por el color de sus uniformes (negro y rojo). Se les ridiculiza por no poder controlar el motín de las chicheras.
  • Los oficiales y soldados del Ejército, quienes ocupan la ciudad tras producirse el motín de las chicheras.
  • La cocinera del internado, protectora del Palacitos y quien fallece víctima del tifo.
  • Abraham, portero del internado, quien también cae víctima de la peste y regresa a Quishuara, su pueblo natal, para morir.
  • Salvinia, chica de 12 años, delgada, de piel morena y de ojos rasgados y negros. Es la enamorada de Ántero. Vivía en la avenida Condebamba, una alameda o amplia calle abanquina sembrada de moreras. Ernesto nota que sus ojos son del color del zumbayllu (trompo mágico) al momento de girar.
  • Alcira, amiga de Salvinia, de su misma edad. Vivía camino de la Plaza de Armas a la planta eléctrica. Cuando Ernesto la ve por primera vez, le encuentra un gran parecido con Clorinda, una jovencita del pueblo de Saisa, de quien en su niñez se había enamorado y de la que nunca más volvió a saber. Alcira tenía una cabellera hermosa, del color del tallo de la cebada madura, y su mirada era triste, pero sus pantorrillas eran muy gruesas y cortas, lo que a Ernesto le desagradaba.
  • Prudencio, joven indio, del pueblo de Kakepa, soldado y músico de la banda militar, paisano y amigo de Palacitos.
  • El papacha Oblitas, mestizo, maestro músico, experto tocador de arpa.
  • El kimichu, un indio peregrino recaudador de limosnas para la Virgen de Cocharcas. Lleva una urna con la imagen de la Virgen, encima de la cual iba un lorito.
  • Jesús Warank’a Gabriel, cantor, acompañante del kimichu.
  • Don Joaquín, forastero challhuanquino, que contrata los servicios del abogado Gabriel, el padre de Ernesto, sobre un litigio de tierras.
  • Pedro Kokchi y Demetrio Pumaylly, indios, amigos de la infancia de Ernesto, que los menciona al rememorar dicha etapa de su vida.
  • Alcilla, notario de Abancay, amigo del padre de Ernesto, hombre envejecido y enfermo, con esposa e hijos.

LOS RIOS PROFUNDOS - FICHA DE DATOS

ANÁLISIS DE LA OBRA
  1. TÍTULO DE LA OBRA “Los ríos profundos”
  2. AUTOR José María Arguedas
  3. EDITORIAL Losada
  4. AÑO DE PUBLICACIÓN 1978
  5. GÉNERO Narrativo
  6. ESPECIE Novela
  7. PERIODO Indigenismo
  8. RESEÑA BIOGRÁFICA De la misma forma que otros escritores peruanos como el mestizo Inca Garcilaso de la Vega, Arguedas sufrió el conflicto entre dos mundos. Pasó su niñez en compañía de indígenas de la sierra peruana y luego se educó profesionalmente en Lima, un mundo occidentalizado, la mayor parte de su obra la escribió allí, pero los referentes, la temática se fundaban en las experiencias en el ande que lo marcaron de por vida y le sirvieron para construir un universo literario rico en referencias antropológicas y etnográficas. En esta ficha revisaremos principalmente ese universo infantil.

El Niño Testigo

Voy a hacerles una confesión un poco curiosa: yo soy hechura de mi madrastra. Mi madre murió cuando yo tenía dos años y medio. Mi padre se casó en segundas nupcias con una mujer que tenía tres hijos; yo era el menor y como era muy pequeño me dejó en la casa de mi madrastra, que era dueña de la mitad del pueblo, tenía mucha servidumbre indígena y el tradicional menosprecio e ignorancia de lo que era un indio, y como a mí me tenía tanto desprecio y tanto rencor como a los indios decidió que yo había de vivir con ellos en la cocina, comer y dormir allí… Sobre unos pellejos y una frazada un poco sucia, pero bien abrigadora, pasaba las noche conversando y viviendo tan bien que si mi madrastra lo hubiera sabido me hubiera llevado a su lado donde sí me hubiera atormentado.

(1965, Primer Encuentro de Narradores en Arequipa)

Como José María narra, vivió entre indios de hacienda que le bridaron cuidado y afecto maternal. La desgracia lo decidió así, cuando tenía dos años perdió a su madre Victoria Altamirano Navarro. Eran tres hijos. Su padre, Víctor Arguedas, imposibilitado para atenderlos, entregó el menor a una de sus hermanas, a José María lo llevo a casa de sus padres y se fue con Arístides, el mayor, a trabajar como juez a la provincia de Lucanas en la pobre y conflictiva ciudad de Ayacucho.

Volvió a casarse con la hacendada Grimanesa Arangoitia, recogió a José María y lo llevó al nuevo hogar. El niño vivió amargos momentos, la convivencia con la madrastra fue difícil, el escritor narró años después los maltratos a los que era sometido, su único consuelo era la convivencia con la servidumbre, gracias a ello aprendió perfectamente el quechua, idioma que utilizó en la escritura literaria.

Lo peor de esta época fue que algunas veces la pareja de esposos dejaba al niño José María al cuidado del hermanastro Pablo Pacheco, quien, según los biógrafos, lo obligó a presenciar una violación a una sirvienta india de la hacienda. Posiblemente por ello el abuso sexual sea una constante en la obra arguediana.

En el patio grande de la hacienda Viseca cantaban por las noches, las mujeres, los muchachos y los peones de la hacienda. Los dueños de Viseca nos dejaban cantar…

(Canto Kechwa, ensayo sobre la capacidad de creación artística del pueblo indio y mestizo)

José María huyó del dominio de su madrastra a los diez años; junto a su hermano Arístides, se fueron a la hacienda Viseca propiedad de un tío, donde siguió conviviendo con la población indígena del lugar hasta que su padre lo recogió y lo llevó como acompañante en sus múltiples viajes por distintos pueblos de la sierra. Víctor Arguedas fue destituido de su cargo de juez por su oposición al gobierno de Leguía. Estos años serían fundamentales para la construcción del mundo literario arguediano.

Mi padre no pudo encontrar nunca dónde fijar su residencia, fue un abogado de provincias, inestable y errante. Con el conocí más de doscientos pueblos. (Los ríos profundos)

jueves, 7 de julio de 2011

COMENZANDO JUNTOS

Como parte del plan lector de la IE 7093 los estudiantes de 5º año de secundaria están leyendo un ciclo de obras del insigne escritor neoindigenista José María Arguedas, en homenaje a conmemorarse los 100 años de su nacimiento. Aniversario que coincide también con el centenario del descubrimiento de Machu Picchu. Y que mejor que para recordarlo leer una de las obras más representativas de la Bibliografía Arguediana: LOS RIOS PROFUNDOS.

En esta tarea de reencontrarse con la lectura, conocer a uno de nuestros escritores representativos y descubrir la grandeza de las letras como poder transformador, nos hemos embarcado todos los docentes de comunicación y los alumnos de 5º de secundaria de la IE 7093, sin embargo, el trabajo realizado por los estudiantes de 5º "B" es digno de resaltar.

Ustedes jóvenes de 5º "B" que viven en una época totalmente diferente a la que caracteriza a la de la presente obra (1920 hacia adelante) tienen todos los elementos que la tecnologia pone a su alcance para replantear como se imaginan el mundo de ERNESTO, el mundo de Los Rios Profundos de J. M. Arguedas.

Bueno y si quieres tener algunas ayudas para leer la obra te dejaré estos vinculos interesantes:

1. Resumen por capítulos de la obra (y algunos datos de interés sobre la vida de Arguedas)

2. Texto completo de Los Ríos Profundos - Biblioteca Ayacucho



Ahora bien, no te olvides que la lectura de la obra LRP tiene una producto muy interesante, que no por ser novedoso deja de ser tu tarea. Asi que, espero ver la creatividad de la que haces gala en la elaboración de tu BLOG sobre Los Ríos Profundos. Éxitos!!!! (Fecha de presentación final de tu trabajo: LUNES 11 DE JULIO DEL 2011)